Ecología y economía, ¿enemigos o aliados?
A pocos meses de las elecciones presidenciales, todos los políticos del país están deseando ganarse a los franceses. Muchos temas están dando que hablar, pero es importante tener en cuenta los asuntos prioritarios para el futuro. ¿Y cuáles son? Aparte del coste de la energía, por ejemplo, que nos está complicando la vida, tenemos que empezar a mirar hoy hacia adelante. ¿Cómo podemos garantizar un futuro pacífico a corto, medio y largo plazo?
¿Cuáles son las cuestiones clave?
Varios factores influyen en las prioridades del mañana. En primer lugar, el envejecimiento de la población. Esto obligará a los trabajadores actuales y futuros a producir riqueza para que las personas mayores puedan vivir decentemente. En segundo lugar, si queremos seguir viviendo decentemente, las generaciones futuras tendrán que ser ecológicamente sanas para poder vivir… en absoluto.
En la era de la robotización, la inteligencia artificial y la deslocalización, la creación de empleo y la ecología no pueden abordarse por separado.
Ecología y economía, opuestos pero inseparables
Cuando escuchas a ecologistas profundamente comprometidos, incluso ligeramente extremistas, sueles oír hablar de la desindustrialización, el declive de la creación de valor y la necesidad de alejarse del modelo capitalista. « Todo el mundo podría alimentarse cuidando su propio huerto, sin necesidad de traer abogados del otro lado del planeta» Ésta es una imagen un tanto caricaturesca del ecologista.
Por otra parte, el economista quiere volver a poner en marcha la máquina de producción para crear capital. Para crear capital de trabajo, capital financiero, para que todos puedan alimentarse y vivir. Aquí no hay huertos, sino granjas con mayores rendimientos, para alimentar a los trabajadores, pero también a los accionistas.
Tras estas dos breves descripciones, las visiones parecen realmente opuestas. Pero, ¿y si fueran complementarias? ¿Y si pudiéramos reactivar la economía utilizando principios ecológicos? Producir valor localmente, a partir de materias primas locales, para crear empleo e innovación, y así hacer avanzar al país.
Dos temas en el centro del debate público
Como prueba del interés que despiertan estas dos cuestiones, el 12 de octubre el Presidente de la República presentó el plan Francia 2030, con una inversión de 30.000 millones de euros para la industria… ¡Pero eso no es todo! De los diez objetivos para 2030 establecidos por Emmanuel Macron, más de la mitad están dirigidos a reducir la contaminación. Seis de estos objetivos se refieren a una producción alimentaria más sostenible, a aviones «bajos en carbono» producidos en Francia o a la fabricación de vehículos eléctricos o híbridos.
No se trata de poner de relieve el programa a largo plazo del gobierno, sino de demostrar que estas cuestiones pueden coexistir. De hecho, es trabajando en sinergia como la economía y la ecología pueden alcanzar su objetivo común: la seguridad de las generaciones presentes y futuras.
Concienciación, una necesidad real
La mayoría de los requisitos para avanzar hacia una transición ecológica no son insuperables. La mayoría de ellos incluso pueden ser beneficiosos para todos. Un ejemplo es el coste de los contenedores, que se está disparando en estos momentos. Algunos productos cuyas materias primas proceden de Sudamérica se procesan en China antes de ensamblarse en Francia. Así, el consumidor está comprando un producto «fabricado en Francia». Se alegra de haber contribuido positivamente a la economía del país, pero lo que no sabe es que el impacto ecológico es considerable.
Es cierto que no podemos elegir dónde ubicamos nuestras materias primas. Pero hacer la primera parte del trabajo en la otra punta del mundo no es razonable. Además del transporte, las normas medioambientales no son las mismas que en Francia. Las fábricas no trabajan en las mismas condiciones medioambientales.
Por eso es vital destacar estos productos «made in France», pero producidos al otro lado del mundo.
Reunir a economistas y ecologistas para avanzar
Antes hemos hablado de la subida de los precios de los contenedores de China a Francia, que se multiplicarán por 4 de media entre 2019 y el inicio del nuevo curso escolar en 2021. Transportar mercancías desde el otro lado del mundo para ahorrar dinero es cada vez menos viable económicamente, y claramente destructivo para el medio ambiente. Es una oportunidad para reindustrializar el país. Tenemos que hacerlo rápido, pero bien.
No faltan ideas innovadoras. Noruega, por ejemplo, se dispone a botar el primer portacontenedores eléctrico. Su idea es evitar la contaminación provocada por los motores de combustión. Francia debe ser capaz de invertir en estas nuevas empresas innovadoras. Debemos centrarnos en las que crean valor y empleo, preservando al mismo tiempo los recursos naturales.
Gestión ajustada, herramientas que combinan ecología y economía
El primer paso en la transición ecológica de las industrias establecidas es interesarse por el Lean Management. La primera lección que hay que aprender es reducir los residuos. Ten en cuenta que MUDAS no son ni buenas para las empresas ni buenas para el planeta.
Se destacan varias categorías de residuos. Hablamos de los residuos del transporte, del exceso de calidad que desgasta prematuramente las herramientas, del exceso de producción que consume materias primas y energía innecesarias, etc?
Para concluir sobre la economía y la ecología
Cada uno tiene que ir a su ritmo, porque un giro equivocado puede ser fatal, pero todos tenemos que avanzar en la misma dirección. Si crees que la ecología se limita a reciclar latas en el contenedor amarillo, te equivocas. Es una forma de pensar que se aplica a diario a las decisiones grandes y pequeñas. Nunca volverás a mirar la ecología de la misma manera cuando signifique puestos de trabajo y un mundo mejor para tus hijos.